Últimamente no hago sino conocer personas tan indolentes y anestesiadas que ya son incapaces de reconocer nada bello si no le ha puesto antes su sello de aprobación alguien a quien admiran. Sintiéndome atraído por la displicencia, cualidad de la que suelo hacer gala no pocas veces, tengo miedo de acabar siendo como ellos.
Y no. No me pongo moralista, porque me la pelan las pasiones de cada uno. Pero no deja de fascinarme que en determinados círculos, el atuendo más cool con el que deslumbrar a los advenedizos sea una halo de opaca indiferencia. ¿Será real, será mentira? La respuesta, cuando la encuentre.
Dile a estos tipos algo que te guste. Lo que sea: a ellos les ha encantado hace años, lo han acabado odiando y ahora lo están revisitando de forma "irónica".
Por San San Antonio
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