Catalina y Guillermo (esta costumbre de traducir los nombres es encantadora, seguro que a Marichalar en Inglaterra, dada su afición por las rayitas, lo llaman The White Stripes) ya han contraído SAGRADO matrimonio. Nada de besuqueo: un frío piquito y una mamada a ojos de la multitud, como debe de ser. Ser princesa es muy complicado: mirad a Belén Esteban y a Alberto de Mónaco.
La niña se tapa los oídos ante el chasquido de lo que podría ser la ruptura del glande. Catalina: para reinar, has de chupar
Las princesas del barrio, Beatriz y Eugenia, optaron por ponerse un cómodo marco barroco que colgaba de las paredes de Buckingham Palace
El geriátrico real muestra su tristeza al comprobar que lo que tienen en sus manos no es la carta del menú del día. “Pa lo que me queda en el convento, me cago dentro”, piensa la reina mientras vislumbra el más allá que la espera
La reina posa para nuestras cámaras en exclusiva
En una Boda Real es muy complicado comportarte de forma adecuada: la pobre Camilla, Aka little bed, estuvo más perdida que Federico Jimenez Losantos en casa de Ana Belén
Escucho que el alcalde les regaló una bicicleta en un alarde de originalidad… Señores, en las bodas, hay que regalar cosas útiles:
Guillermo tiene menos pelo que un delfín, así que…
El príncipe eligiendo el cabello idóneo para el peluquín. El pequeño churumbel reunió las caulidades necesarias
Mientras tanto, China permanece ajena a todo y plasma a la feliz pareja en una taza en la que degustar el té. Lástima que se hayan equivocado y se trate de Harry, el hermano porrero y nazi que todos quisimos tener
En realidad, la taza en cuestión no está nada mal pensada: mi última oportunidad de dar un buen braguetazo real es Harry… Me voy a poner a hacer campaña
Por San San Antonio