A los que nos conozcan personalmente no les extrañará que un post (y sobre todo siendo mío) lleve este título.
No, no es que hayamos vuelto a ver por enésima vez la peli de Pilar Miró.
No. Hemos ido a ver teatro de verdad. Al Pavón, para ser exactos.
Sobre el escenario: La compañía nacional de teatro clásico. Ahí es nada.
El guión: Podemos denominarlo... vetusto. Lope de Vega, los trazos de su pluma y una de sus mejores comedias. El perro del hortelano.
Por si alguien anda despistado o ese día no llegó a clase, un pequeño resumen del argumento.
Diana, condesa de Belflor, tras descubrir los amores de su secretario Teodoro y su doncella Marcela, se "encapricha" del galán. Las diferencias sociales entre ambos hacen que su relación sea un tanto... déjemoslo en tormentosa. La solución al conflicto viene de manos de Tristán, criado de Teodoro, quién, gracias a una treta, le encuentra un padre con título nobiliario al secretario, saltando así la barrera del decoro.
Se apagan las luces y empieza el ritual. Mis compañeros de butaca: Marguerite y Dorian. Para nosotros el texto... digamos que no tiene ningún tipo de secreto (Frikis, frikis, frikis) Por eso no nos reíamos con algunos de los chistes. Por eso notamos ciertas mutilaciones en el original de Lope. Por eso salimos entusiasmados del Pavón.
Porque aún sabiéndonos de memoria los diálogos en verso, las escenas y la trama, nos reímos como nunca. Porque las apariciones de los pretendientes de Diana era como poco dignas de Muchachada Nui. Porque incluso cuando nuestras partes favoritas sufrían recortes con los que no estabamos de acuerdo, seguiamos disfrutando. Por eso, porque creíamos que nadie podría igualar la emoción que desprendía la versión cinematográfica de Miró, salimos un poquito más enamorados (si cabe) del Chucho (Sí, así nos gusta llamarlo... porque es como de la familia)
Si ustedes pueden, no se la pierdan, no se arrepentirán.
Por Merytos Propios