jueves

Piscinas de Lago

Tengo una teoría que dice que acudir a una piscina municipal es una de las cosas más estresantes que existen. Aún así, alguna vez olvido esto y me dejo caer por alguna. La de Lago es la más over the top.

Básicamente, el recinto está dividido en dos secciones con sendas piscinas. La de abajo es un bol de cereales, un maelstrom de michelines resbaladizos y morenos, en ebullición al ritmo de politonos y estribillos bailables. Alrededor de sus aguas, familia y diversión recobran su significado más primigenio.

La piscina de arriba es una especie de Valhalla gay repleto de abdominales y pectorales de color naranja. En ella exhibes tu cuerpo, exhibes tu toalla, exhibes tu móvil, exhibes el libro que lees (¡con la portada siempre hacia afuera!), exhibes tu bañador ajustado como un pulpo a una roca.
Yo en una piscina soy un tío fuera de sitio que refunfuña y mira a todos lados porque siente que está perdiendo el tiempo y no sabe qué hacer. Me jode especialmente comprobar que alguna gente ha nacido para pasar su vida en piscinas. Todos ellos parecen bastente felices.


En un futuro cercano las guerras se empezarán a causa de móviles reproduciendo música en piscinas.


Por San San Antonio

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